Islas dentro de una isla…anécdotas de Gran Canaria (parte 1)

Juan había publicado este artículo originalmente el 19 de septiembre de 2011 en el blog IdeasdePapel

…Lo primero que ví, me acuerdo bien, aún en el avión, fueron unos paneles grandes de color gris opaco y que cubrían un terreno largo. Después, unos días después, y en el auto de mi papá, me di cuenta de que no eran paneles sino toldos. Toldos blancos que de tanta calima se habían vuelto grises. Eran los toldos que cubrían los ‘tomateros’ cerca de Vecindario y Pozo Izquierdo…


-Y que me dice los tomateros que vio desde el avión cuando llego?

-Los tomateros? No señor, a los tomateros yo nunca fui. Hace mucho calor.

Le cuento así se entera. Al cabo de unos meses, mi papá me preguntó: “Y? Qué te parece la isla?” Yo, que aún padecía del fresco síntoma de la nostalgia y las visitas diarias al ciber-cafe para chatear con mis amigos del otro lado del océano, no esquive la pregunta pero tampoco supe responderla: “Papá, es algo que nunca vi en mi vida. Aún no se si me gusta…aún no estoy acá. Y si he de ponerle un nombre, un adjetivo, o una etiqueta a este lugar… diría que se trata de una de las sedes de las Naciones Unidas”.

Jamás había visto yo tanta gente diferente y de tantos lugares, y vistiendo ropas tan raras, y hablando lenguas tan desconocidas a mis oídos. Las proporciones me daban dolores de cabeza. En aquella isla llamada Gran Canaria, nuestro nuevo hogar desde aquel diciembre surrealista de 2002, usted se encontraba a gentes procedentes de los 5 continentes en un espacio muy chiquito. Tan chiquita es la isla, fijese, que en superficie no pasa los 2 mil kilómetros cuadrados!…imagínese, o sea, unas 20 veces menos que nuestra provincia del Tucuman!

Le cuento y abra bien los ojos. Yo solía acompañarla a mi mamá a su primer trabajo de madrugada como limpiadora en el centro comercial el Jumbo en Playa del Inglés. A la vuelta del laburo, cuando mi vieja y yo nos subíamos en la guagua, lo que vendría a ser el bondi nuestropara los canarios, uno se atropellaba con cultura. Podíamos escuchar, y no exagero, hasta 15 o más lenguas en esa guagua! Y ni le hablo de los acentos…para qué?! Marroquíes, mauritanos y senegaleses lideraban la batuta, pero ahí no más, sentados filas detrás estaban los ecuatorianos, cubanos y uruguayos. En otras filas algunos ingleses y alemanes. Holandeses y daneses no faltaban, chinos e indios sobraban, italianos y argentinos hablaban, sin entenderse, pero hablaban. A esas horas en la guagua, la mayoría eran inmigrantes y algunos turistas. Algunos estaban hacía tiempo, otros recién llegaban, y otros tantos ya planeaban volverse a sus tierras, por opción o por obligación…

Claro, ahora usted me dirá que esto se ve mucho en los metros y redes de transporte público en las grandes capitales europeas.  Pero para mí, que venía de un lugar donde sólo había y se escuchaban cordobeses, esa guagua de las 3 de la mañana era un curso de antropología y sociología intensivo. Diversidad y choque cultural sin filtro. Me encontre tantas comunidades y grupos distintos en la isla que llegue incluso a sentirme cosmopolita ahí no más pisar. Muchas veces me decía a mi mismo “Puaa papá, si mis amigos supieran donde estoy ahora. Acá hay gente de todos lados. Que bárbaro, que lindo, que hermoso. Se los tengo que contar que mucho me van a envidiar”

-Ah si? Y que les ha contado?

-Contar? Pero qué les voy a contar? Le voy a decir algo. Después de varios años en la isla, lo de “hermoso” suena más a ostentoso y  embarazoso, y lo de lindo…bueno de lindo hay poco. La verdad? Si mi papá, hoy, me preguntase de nuevo, como lo hizo hace unos años atrás: “Y? Qué te parece la isla?” Yo diría…que más bien se trata de la sede de las Naciones des-Unidas. 

Hoy, que sí sé la respuesta a la pregunta de mi papá busco más bien esquivarla. Acá y en el mundo de hoy, donde las islas se agrupan dentro de una isla, hablamos gritando, nos escuchamos poco y nos toleramos y conocemos menos. En este mundo de las etiquetas y sobrenombres, el diccionario acumula polvo entre las paginas de la letra “c” de cultura, la “d” de diversidad y la “h” de humanidad y humildad. Y le digo una cosa señor, ahora mismo me pongo con ese diccionario que tengo en la repisa de mi dormitorio, que tiene mucho polvo y me han dado ganas de echarle un ojo…

-Pero no sea asi hombre! Expliqueme, que cosas buenas y positivas debe de haber!

-Bueno, pero me ceba uno de esos mates que parecen los de mi abuela Kela que sino no sigo…

COMMENTS

Si , a mi tambien me impresionaron los tomateros y tampoco nunca recorri ninguno ! pero me has hecho acordar muy bien de todas esas noches en la “guagua” escuchando mil distintos idiomas es muy cierto todo lo que contas y con un pantallazo , me has hecho ver y escuchar de nuevo aquellas voces ! Yo tambien estaba asombrada cuando llegue ..hace ya nueve años !! Pero pienso que si es un lugar hermoso , y se que lo eligiria de nuevo para vivir. Gracias Juan por tus reflexiones !!

Lucia Ruben (26 de septiembre 2011)

Carlos Raul Moreno: Ahora soy yo, tu viejo, que en primer lugar dejo constancia de sentirme orgullosisimo de tu descripcion de las islas en tu blog, y por el momento no me siento capacitado para analizar a fondo tus comentarios, pero una primera lectura me lleva a decirte que en general estoy de acuerdo con tus apreciaciones, luego me extendere sobre el tema. Ahora bien volviendo a una triste realidad, llamame bobo pero no fui capaz de poner estos comentarios en tu blog, asi que con mas tiempo, paciencia y determinación me pondre en ese trabajo. Un abrazo. Tu viejo (the Boss.)

Carlos Raúl Moreno (24 de octubre 2011)

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